¿El tiempo nos dará la razón?
Muchos de nosotros, en distintos momentos de nuestras vidas, hemos estado en situaciones en las cuales obramos de una determinada manera, a contramano de lo que la mayoría creía correcto, o de lo que las reglas de juego dictaban. En lo personal, no me alcanzan los dedos de las manos y los pies para contar las situaciones en las que actué por instinto, y seguí un camino, creyendo fielmente en mis convicciones.
Lidiar con la incertidumbre es una de las cosas que mas me gustan en la vida. Pilotear tormentas, definir un camino de acción y buscar un objetivo sin importar lo que se diga. Lo he hecho en distintas etapas de mi vida y en diversos ámbitos. Aún en la adversidad, aún cuando el camino parece ser el errado, aún cuando te pudieran despedir, separar de un grupo, dejar una pareja, o lo que sea, me he quedado con la sensación de que dejé todo en la cancha, y el tiempo me daría la razón.
Toda esta reflexión comenzó hace un par de semanas, cuando comencé a leer el libro "The Annotated Turing", sobre el famoso paper de Alan Turing en el cual cuentan parte de su vida entre otras cosas, y como fué discriminado, hasta el punto de llegar al "suicidio" de muy jóven. Estamos hablando de una persona que cambió la historia, uno de los responsables de la victoria aliada en la Segunda Guerra, el formador de la teoría de computabilidad, poco conocido fuera del mundo de los sistemas y ampliamente condenado en su tiempo por su condición de homosexual. Alan Turing recibió una disculpa de parte del Gobierno Británico casi 60 años después de su muerte, de manera similar al desagravio recibido por Galileo de parte de la Iglesia Católica.
Viendo a la luz de los hechos personas que fueron coherentes con sus ideas y principios, condenados por intentar ser distintos, por creer, es necesario en esta vida que pasen lustros o siglos para que uno pueda decir: "el tiempo me dio la razón"? Es posible que la generalidad de la humanidad no vea mas allá de sus narices y se tenga que "remar en dulce de leche" por ser fiel al camino elegido? Creo que debieramos ser todos mas abiertos a otras opciones, y creer que se pueden alcanzar las metas por distintos caminos, ya sea explorándolos, acompañando a quienes lo hacen, o siendo meros expectadores de hazañas ajenas, sin caer en la mezquindad cotidiana.
Lidiar con la incertidumbre es una de las cosas que mas me gustan en la vida. Pilotear tormentas, definir un camino de acción y buscar un objetivo sin importar lo que se diga. Lo he hecho en distintas etapas de mi vida y en diversos ámbitos. Aún en la adversidad, aún cuando el camino parece ser el errado, aún cuando te pudieran despedir, separar de un grupo, dejar una pareja, o lo que sea, me he quedado con la sensación de que dejé todo en la cancha, y el tiempo me daría la razón.
Toda esta reflexión comenzó hace un par de semanas, cuando comencé a leer el libro "The Annotated Turing", sobre el famoso paper de Alan Turing en el cual cuentan parte de su vida entre otras cosas, y como fué discriminado, hasta el punto de llegar al "suicidio" de muy jóven. Estamos hablando de una persona que cambió la historia, uno de los responsables de la victoria aliada en la Segunda Guerra, el formador de la teoría de computabilidad, poco conocido fuera del mundo de los sistemas y ampliamente condenado en su tiempo por su condición de homosexual. Alan Turing recibió una disculpa de parte del Gobierno Británico casi 60 años después de su muerte, de manera similar al desagravio recibido por Galileo de parte de la Iglesia Católica.
Viendo a la luz de los hechos personas que fueron coherentes con sus ideas y principios, condenados por intentar ser distintos, por creer, es necesario en esta vida que pasen lustros o siglos para que uno pueda decir: "el tiempo me dio la razón"? Es posible que la generalidad de la humanidad no vea mas allá de sus narices y se tenga que "remar en dulce de leche" por ser fiel al camino elegido? Creo que debieramos ser todos mas abiertos a otras opciones, y creer que se pueden alcanzar las metas por distintos caminos, ya sea explorándolos, acompañando a quienes lo hacen, o siendo meros expectadores de hazañas ajenas, sin caer en la mezquindad cotidiana.
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