Los caminos de la vida
Cuando era chico, yo soñaba con ser un inventor. Mucha gente soñaba con ser astronauta, bombero, policía. ¿Pero cuántos soñaban con ser ingenieros, programadores, licenciados en RRHH, disertantes, etc?
Probablemente a lo largo de nuestras vidas hemos dicho millones de cosas que no íbamos a hacer. En mi caso particular no resisto al archivo ni 15 minutos. Empecemos por el hecho de que a los 20 años dije que nunca iba a trabajar en IBM y claramente es algo que no pude sostener.
Definitivamente Dios obra de manera misteriosa (para aquellos que creen, convengamos que no soy un religioso devoto :P). Uno va creciendo y se plantean diversas coyunturas en las cuales uno debe tomar un trabajo y hacer de tripas corazón, o se hace mas grande y descubre que es muy sencillo hacer feliz a la sobrina o a los hijos (el día que los tenga), solamente disfrazándose de su muñeco favorito. En particular me han hecho saber que cuando era adolescente había dicho que nunca me iba a disfrazar y es algo que tampoco pude sostener (y me alegra no haberlo hecho).
Crecer significa aprender a adaptarse a ciertas situaciones, dejar ciertos egoísmos de lado, y aprender a convivir en una sociedad, aún sin estar de acuerdo con todas sus reglas y preceptos. Aprender que los derechos de uno terminan donde comienzan los del otro y también saber reconocer que uno no es una isla y que todo lo que se haga afecta negativa o positivamente a otros.
Nuestra actitud positiva o negativa ante las cosas transmitirá eso a quienes nos rodean, generando una actitud en consecuencia. Y a medida que crecemos nuestro mundo se va ampliando y el impacto se hace cada vez mayor.
Tuve la suerte de dar dos charlas el día de ayer, ante distintos públicos. El primero son chicos en situación de vulnerabilidad, desmotivados, con miedos, que buscan mejorar, crecer, aprender e insertarse laboralmente, y el segundo un grupo de estudiantes de un MBA en una universidad privada muy top. Dos situaciones totalmente distintas, y en ambas me sentí muy bien de poder captar cierta receptividad. Ahí descubrí que no importa quien esté del otro lado, no importa la situación, importa la energía con que uno transmita, y el empuje que le ponga al mensaje a transmitir. Si uno quiere lograr algo del otro lado, tiene que lograr tener una conexión. Tiene que lograr bajar el mensaje a lo que el receptor siente, y eso es mas fácil de lograr a medida que uno vive distintas cosas y tiene mas experiencias para compartir.
Uno va mutando con los años, y probablemente lo que deseemos de chiquitos no es lo que nos apasione de grandes. La vocación se va descubriendo a los golpes y con diversas experiencias, y es por ello que lo que decíamos que nunca íbamos a hacer va cambiando por aquellas vivencias, porque podemos terminar descubriendo que lo que odiamos años atrás es lo que nos mueve de grandes.
Les dejo las fotos del crímen :)
Excelente
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"saber reconocer que uno no es una isla y que todo lo que se haga afecta negativa o positivamente a otros"
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