El vendedor

Una de las cosas que he aprendido estos años, es que ser emprendedor significa ser un vendedor de tus sueños. Parte de querer emprender significa que no solo hay que ser capaz de construir algo (llámese producto, servicio, proyecto social), sino también lograr que alguien vea el valor en él, al menos si uno quiere vivir de ello (y a veces, como en el proyecto social, aunque no viva de eso tengo que lograr que otros vean el valor para poder lograr continuidad).

Sin embargo, esto no siempre es fácil, y las estadísticas del emprendedor lo demuestran a ciencia cierta. Para aquellos que no los conocen, les dejo algunos números:


  • El 50% de los nuevos negocios cierran dentro de los primeros 12 meses de su nacimiento  
  • Entre el 80-90% de los restantes cierran dentro de los siguientes 5 años 
  • Muchos de los emprendedores fallan entre 2 o 3 veces antes de ser exitosos 
  • De cada 10 negocios que se ponen en marcha los inversores pierden dinero en seis, “salen hechos” en dos y multiplican sus ganancias por 15 en solamente uno
Para dejárselos en claro, 9 de cada 10 proyectos fracasan en los primeros 5 años. Yo llevo trabajando de manera independiente desde el 2011. Saquen sus números, ya pasé esos 5 años. Lo cual supongo que me convierte en exitoso?

Esto me hace preguntarme muchas cosas y pensar. Y me he dado cuenta de que mas allá de tener la necesidad de salir adelante porque cuando uno está al borde del precipicio en el día a día la realidad es que solo hay un camino (lo cual hace las decisiones fáciles), también me hace preguntarme por qué es que logro seguir viviendo de mi capacidad de oratoria.

Cómo logro vender un producto, un servicio o un proyecto social? Y mi respuesta pensando un poco fue sencilla: creo ciegamente en lo que hago, pero siendo muy crítico también de ello mismo. Cuando descubro mis fallas o me las hacen ver no sigo a muerte con ellas sino que soy el primero en castigarme (a veces demasiado), para luego cambiar, crecer, y seguir pudiendo decir que creo 150% en lo que hago.

Ejemplo: me gusta mucho hablar de algunos productos que hemos desarrollado con Sol y con Ariel. Por qué? Porque realmente creo que son buenos trabajos. A veces logro venderlo, a veces la gente no está interesada en comprarlo, pero nunca dejaré de intentarlo, y cuando no funciona me pregunto en que fallamos, o si hubiésemos podido hacer algo distinto.

Ejemplo 2: soy un apasionado de contar lo que hacemos en Comunidad IT. La semana pasada tuve una reunión con una persona que recién conocía y tuve que relatar el trabajo hecho los últimos 6 años, la alegría que me da saber que un joven consiguió empleo tras un curso y mis sueños a futuro con el proyecto. Esa persona me dijo que creyó en lo que le conté por la pasión con lo que lo relaté. Y como no hacerlo si es un proyecto hermoso que cambia vidas para bien?

Descubrí que el secreto de mi capacidad de venta radica en creer en lo que vendo, y supongo que aquellas veces en que fallé como emprendedor fue porque internamente sabía que lo que vendía no me conformaba al 100%. Quizás cuando comencé el proyecto sí, pero con el paso del tiempo esa emoción se iba diluyendo al ir descubriendo diversos errores cometidos y que no podrían ser remediados. Eso eventualmente se transformó en una falta de confianza en el producto/servicio, lo cual luego terminó siendo una daga al corazón del proyecto, al yo verme incapacitado de venderlo.

Supongo que habrá gente que vende cosas aún sabiendo de sus limitaciones. Me imagino que el 90% de los vendedores serán así. Algunos serán directamente deshonestos vendiendo pescado podrido, cosa que yo no podría hacer. Soy demasiado transparente para intentar encajarle a alguien algo que yo no compraría. Pero obviamente hay gente que tiene esa capacidad.

Agradezco infinitamente haber tenido todas las experiencias, y haber aprendido de las mismas. De las buenas y de las no tan buenas. Poder mirar aún el aspecto positivo de mis fracasos y darme cuenta de lo fácil que es vender cuando uno ama lo que hace.

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