Intermedios

Durante estos últimos dos años he aprendido sobre la viveza criolla y los comportamientos de diversos individuos acostumbrados a insertarse en cadenas productivas existentes como consultores, vendedores o creadores de espejitos de colores para lograr subsistir a través del esfuerzo y la creatividad de otros.

No niego que solía desilusionarme ante el ventajismo de esa gente quizás por una manera de pensar naïve propia que creía que la gente se prestaría a ayudar y dar una mano al prójimo. Cuando uno leía historias de emprendedores en otros países que recibían ayuda o financiamiento de ángeles inversores y uno los comparaba con los llamados "ángeles" en Argentina, uno no podía dejar de observar diferencias abismales y desilusionarse por la propia realidad.

Con el paso del tiempo, no solo empecé a tomarme con oficio las palabras de esos inversores o los requerimientos y observaciones de los mismos, sino que empecé también a cruzarme con otros especímenes. Por una cuestión natural, no soy un experto vendedor de mí mismo, y hace tiempo pensé que lo mejor que podía hacer era asociarme con revendedores de mis productos, de forma de entrar en el mercado y lograr aunque sea colocarlos. Sin embargo, con el paso del tiempo me fui dando cuenta que los intermediarios no siempre resultan ser lo que necesitamos, sino que a veces debemos hacer el esfuerzo de aprender de nuestras falencias, fortalezernos y llevar a cabo lo que otrora pensábamos imposible.

El equilibrio es algo complicado de lograr. Entiendo que uno no puede estar ocupándose de absolutamente todo y dedicar todo su tiempo y más a llevar a cabo lo que tiene que hacer, pero tampoco podemos pasar la vida dependiendo de intermediarios para cualquier tarea, ya sea en el ámbito profesional o personal. Los extremos nunca son buenos, y ambos son muy comunes. Están las personas que no pueden delegar y necesitan estar en absolutamente todos los detalles, como ser la imposibilidad de pedirle a otra persona que haga un trámite, por desconfianza de la capacidad ajena de ejecutar algo (de ahí que piensan que si quieren las cosas bien las tiene que hacer ellos mismos); y están aquellos que no pueden dar dos pasos sin pedirle a otra persona que le muevan los pies (en el caso de las ventas, yo representaba este último caso).

Parte del aprendizaje al crecer, es empezar a entender nuestros propios límites, aptitudes, fortalezas y debilidades. Y parte de nuestra inteligencia se manifiesta en la capacidad de definir estrategias y sabiendo manejarlas en base a lo aprendido. Las estrategias no están grabadas en piedra debido a que continuamos aprendiendo y modificando nuestra conducta de acuerdo a nuevas experiencias. Si una vez nos estafan, debiera ser un aprendizaje. Si dos veces nos estafan, claramente tenemos un problema grave al cual debemos prestar atención ("fool me once, shame on you. Fool me twice, shame on me").

La cadena de intermediarios no es lo que mata. Pero debemos aprender que la cadena será tan fuerte como su eslabón mas débil y que a veces, solo a veces, es necesario realizar un esfuerzo para compensar nuestras falencias y ejecutar de la mejor manera nosotros mismos nuestros sueños.


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