¿Cuánto cambio podemos lograr?

A veces cuando pienso en escribir, me preocupa llegar a transmitir algo negativo y tirar abajo todo el mensaje que intento transmitir día a día. Pero por otra parte, es difícil no verse influenciado por lo que nos ocurre, y más aún pensando en que mi humor no es el mejor siendo que hace tiempo que no me tomo vacaciones y el cansancio empieza a pasar factura.

Los últimos días vengo charlando con algunos colegas míos de ComIT y otros compañeros de emprendimientos sobre el cambio real que uno puede ejercer en el rumbo de la realidad. Siempre fui un creyente de que lo que uno hacía tenía un efecto multiplicador, un Efecto Mariposa basicamente.

Sin embargo, conforme pasa el tiempo, a pesar que las cosas que hago junto a otros tienen cada vez un impacto mayor, empiezo a preguntarme si es posible generar un cambio en la realidad cotidiana de todos. Supongo que uno debe tener un nivel de poder muy grande como para poder impactar muchas vidas en simultáneo y que cuando uno lo hace como trabajo de hormiga, haciendo de una buena acción a la vez, el camino se hace demasiado arduo.

Con esto no estoy diciendo que uno no deba hacer cosas. Mucho menos estoy diciendo que uno debe bajar los brazos y entregar el liderazgo al primero que lo reclame. Simplemente son preguntas existenciales que me hago. A veces creo que el futuro de mi país no puede ser modificado por mí o por los que me rodean, sin importar si hacemos mucho o poco, porque simplemente no tenemos el nivel de impacto que nos gustaría, y porque no estamos dispuestos a prostituirnos para tenerlo.

Hacemos mucho, es cierto, pero el impacto sería el mismo si lo hacemos en Argentina, Angola, USA, Costa Rica, o donde sea. Y nos sentimos bien por hacerlo. Ya sea con ComIT, creando una empresa o proyectos, siempre sentimos que estamos generando algo bueno, algo de lo que sentirnos orgullosos, y eso es lo que nos impulsa hacia adelante. Pero sabemos que probablemente no seremos capaces de desterrar el clientelismo, el asistencialismo o esa actitud de algunos de que la sociedad les debe algo y deben tenerlo sin ningún esfuerzo, solo por el hecho de que se los deben.

Somos concientes de que modificar esto es un trabajo arduo. Y trabajamos día a día para cambiarle la cabeza a la gente. Para volver a inculcar el valor del trabajo. Como siempre digo, estoy dispuesto a dar todo  de mí para generar ese cambio en la gente, pero debo admitir que cuando uno da todo, en la mayoría de las veces me he sentido como un estúpido cuando los receptores abusaron de la confianza otorgada en vez de aprovechar la oportunidad y alcanzar los objetivos. Esa gente es la que de a una ha quedado fuera de mi vida. Como reza el dicho: "fool me once, shame on you. Fool me twice, shame on me".

No vamos a bajar los brazos los que creemos en que un cambio es posible. ¿Cuánto cambio? Solo el tiempo lo determinará. No puedo bajar los brazos porque eso significaría que la vida no tiene un propósito. Algunos vivimos para perseguir el cumplimiento de nuestros principios e ideales. Otros simplemente viven porque la vida les fue dada. Dejar el mundo, el país, o lo que sea a aquellos dispuestos a pisar cabezas para lograr objetivos mezquinos es uno de los peores pecados. Uno en que no pienso caer, sin importar lo mucho o poco que pueda lograr.

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