Cara y Ceca

Ayer a las 4 de la tarde, como supongo habrá hecho el 80% o 90% de la población de Argentina, me senté con Sol y Noah a mirar la final del mundial de fútbol, entre mi país y Alemania, donde existía un claro favoritismo por el segundo, al cual ya daban por ganador por un rango que variaba entre 2 y 8 goles.

Con el correr de los minutos me empecé a emocionar al igual que en los últimos partidos de la selección, viendo 11 personas jugar como un verdadero EQUIPO, ayudándose en la adversidad y luchando contra todas las posibilidades, al punto de ser mas que el contrario y pelotearlo con llegadas claras en reiteradas oportunidades.

Como buen comentarista que soy en mi propio sillón, sabía que Higuaín, Messi y Palacio no podrían dormir durante varios días por las ocasiones desaprovechadas, lo intuía en mi fuero mas íntimo. Me dolía saber que estaba tan cerca el mayor de los premios al esfuerzo y al trabajo mancomunado y que lo estábamos dejando ir por pequeñas imperfecciones.

Aún así, y ya con el resultado puesto, valoré lo logrado, porque no muchos en el mundo pueden llamarse subcampeones del mundo, y menos aún contra todo pronóstico. Según los medios que odian a la Argentina (por rivalidad algunos, con razón otros), era imposible ganarle a Bélgica, a Holanda y ni que hablar a Alemania, a quien tuvimos contra las cuerdas. Caliente por lo perdido y por el desastre que resultaron Agüero, Gago y Palacio, pero contento por gente como Mascherano, Rojo, Romero, Demichelis, Garay, etc, que dejaron todo dentro de la cancha.

Ya mas tranquilo, y luego de cenar, nos disponíamos a mirar la tele una noche de domingo cualquiera, cuando sintonizo el noticiero y veo los disturbios en el Obelisco, en el medio de una celebración familiar del pueblo Argentino. Nos quedamos hasta las 2am estupefactos. Sin entender demasiado como lo que otrora fuera una de las costumbres mas sanas de nuestro pueblo, se transformaba en una barbarie sin sentido, y susurrándole a mi hijo: no te preocupes que vos no vas a vivir esto y no tendrás prácticamente memoria de lo ocurrido. No puedo explicar el dolor que sentí ayer por la noche.

Sabía que hoy saldrían políticos oficialistas a decir que los que saquearon y rompieron todo eran pobres muchachos que necesitaban mas inclusión y que por ello subirían los subsidios, para que no necesiten robarse las bebidas alcohólicas de los bares y cafés cerrados. Algo mal habremos hecho los cipayos, derechistas y golpistas para que ellos necesiten romper las rejas de los locales para llevarse ropas, maniquíes, sillones. Deberemos reflexionar los gorilas sobre por qué provocamos a los pobres instalando sucursales de bancos con carteles luminosos que indican su presencia, y por lo cual ellos simplemente quieren patear las entradas hasta poder ingresar para llevarse lo que puedan.

Igual, eso aún no ha ocurrido. Démosle tiempo. Sólo apareció nuestro bienamado secretario de seguridad aduciendo que todo fue planificado por alguna mente maestra (Magnetto?Moyano?Barrionuevo?Los fondos buitre?), seguramente para desestabilizar el reinado de bonanza en el que vivimos. Cuantos malhechores dispuestos a llevarse puesta la década ganada. Duele ver que el mundo no nos deje florecer y prosperar en paz.

Ahora, hablando en serio, creo que el momento de replantearse cosas ya pasó. No creo que por un par de décadas se pueda torcer el curso de esta historia. En el caso de que esta escoria que nos dirige decida que su tiempo se ha acabado, igualmente nos quedará un país arrasado, y las alternativas dirigenciales no parecen mucho mas iluminadas que la actual. No veo alguien que pregone la cultura al trabajo, la educación y el bienestar real de la población, porque eso atentaría contra sus propios negociados. No vislumbro un Illia. Ya tuvimos esa oportunidad y la dejamos pasar. Los Argentinos tenemos los políticos que nos merecemos, porque ellos salen de la sociedad misma. Una sociedad violenta y corrupta.

Y ojo, no creo que el 100% de la población sea así. Seguro que hay gente de bien, honesta, solidaria, trabajadora. Pero lamentablemente esa gente no dicta el futuro de nuestra nación, y cada vez va quedando menos de ella, porque la exprimen para mantener a los otros, a los que por derecho divino creen merecer lo mismo que los que se lo han ganado con el sudor de su frente.

Ayer, a las 2am, si hubiese podido, hubiese renunciado sin pensarlo a mi nacionalidad Argentina. Prefiero ser un apátrida que tener algo en común con esa muchachada hija de la década ganada.

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