La Mochila

Es duro entrar a veces en etapas medio de capa caída. Y la verdad si me pongo a analizar mi realidad actual no tengo motivos reales para estar así. Pero saber observar las cosas buenas y valorarlas no significa que uno no pueda también darse cuenta de las cosas que no están tan bien e intentar modificarlas.

En este pasaje de mi vida me encuentro ocupado con varios proyectos interesantes en L2Systems y Jobum, dictando dos cursos con ComIT, y bastante ocupado haciendo algunas cositas para la CESSI y otras yerbas políticas, así que no me puedo quejar mucho de ese aspecto. Las cosas podrían ir mejor económicamente? Seguro, pero hace rato que decidí que mi vida no sea manejada por cuestiones monetarias siempre y cuando con Sol tengamos dinero suficiente para llegar a fin de mes.

Mis observaciones hoy día pasan por otro lado. Uno suele rodearse de gente que piensa que porque uno sienta una mochila cree que es por los favores que uno hace, aunque hace años aprendí que uno hace y recibe favores, y eso no es un motivo para quejarse o para estar orgulloso, sino que es la moneda básica del día a día y es algo que uno tiene interiorizado. La mochila que uno siente es por las inequidades. Es el clásico: por qué algunos tanto y otros tan poco. Por qué los que mostramos buena voluntad para hacer cosas terminamos haciendo de muleta dado que como siempre nos estiramos todos creen que tenemos tiempo y recursos infinitos? Espero nunca dejar de ayudar a otros, pero es bueno de vez en cuando ver que otros se ponen a la altura de las circunstancias y dan el paso adelante para dar una mano.

La vida de uno no gira alrededor de lo que hagan otros, es verdad, y uno no deja de trabajar, vivir en familia, en pareja, con amigos, etc. Pero es cierto que aún los que prestamos nuestra espalda nos cansamos de vez en cuando, y nos gusta ver que otra gente alrededor toma la posta cuando queremos frenarnos a respirar y tomar agua. Las inequidades desgastan, y no solo las inequidades económicas.

Por otra parte, cuando uno hace un trabajo social por un lado, y un trabajo comercial donde busco generar un crecimiento armonioso para muchas personas, cruzarme con una nueva generación que cree que el mundo, la sociedad, el empleador o el docente les debe algo, y te miran con cara de pocos amigos, también va generando un malestar. Yo no hago las cosas para que alguien me agradezca, o para que me deban algo, mas que el mismo respeto que yo les brindo. Y sin embargo ese respeto cada vez se siente menos. Y cansa...

Sé que es algo globalizado, y sé que la velocidad con la que se vive hoy día y de la que uno también es parte son también culpables de estas cosas que menciono, pero no dejo de pensar hoy, a mis 32 años, que se han perdido valores clave como el esfuerzo, o la honestidad con el trabajo, los estudios o lo que fuera. Es duro sentirme viejo por pensar que 20 años atrás, cuando era un chico, veía a mis abuelos, o mis papás, u otra gente romperse el lomo para terminar sus estudios, o para trabajar mejor y conseguir mas cosas en la vida, y hoy día cruzarme con gente que pretende tener todo por el solo hecho de ser un potus bien ubicado.

Es raro sentirse sapo de otro pozo por creer que el esfuerzo, la honestidad y la humildad son la base del crecimiento. Que con esas virtudes uno finalmente logrará erguir la cabeza por sobre el resto. Lo único que he visto últimamente es que cuando la gente te ve partirte el alma te dan mas cosas, porque total si podés aguantar 20Kg, podés aguantar 50Kg, y que aquel que pide es el que se lleva la mejor parte, y no aquel que confía en que el universo eventualmente retribuirá su esfuerzo.

Estas cosas son las que me dan vuelta hoy día en la cabeza, y no por eso me tiro en posición fetal. El día que caiga lo haré con las botas puestas y en mis propios términos. Y seguiré trabajando incansablemente para alcanzar mis propios sueños, disfrutando los logros intermedios alcanzados en el camino. Así por lo menos sentiré que mi vida no fue en vano.

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